Este piso de Paris sufrió una reforma integral para adaptarse al estilo de vida de una familia recientemente ampliada. Los nuevos inquilinos se alejaron de una casa aburrida y jugaron con el color y los estampados siempre sobre la base del blanco.
En la cocina pintaron parte de la pared frontal de azul a juego con el mosaico de baldosas del suelo. Estos colores junto con la madera de los muebles del comedor dan como resultado una cocina cálida y muy agradable.
El salón ocupa un amplio espacio en el que se han contrastado el blanco de fondo con algunos muebles oscuros y con paredes de colores. En vez de pintar paredes completas los dueños de la casa decidieron jugar con otras zonas, así la estantería tiene un bonito fondo verde agua, el escritorio se esconde en un armario azul como la cocina y la entrada queda enmarcada de nuevo en un verde agua más intenso. En este gran espacio familiar queda claro el gusto de la familia por los muebles nórdicos ya que un aparador preside una de las paredes, el almacenaje de la zona de comer se realiza también en un mueble escandinavo y para el recibidor han utilizado un original mueble que les permite sentarse a ponerse o quitarse los zapatos antes de entrar. Muchos de los muebles fueron hechos a medida, de ahí que encajen perfectamente en el espacio y queden totalmente integrados.
En el resto de la casa se continuó con el aporte de color sobre las paredes: en las habitaciones las paredes fueron cubiertas original y parcialmente con papeles pintados o como en el dormitorio principal, donde se creó un triángulo a modo de foco de atención. Por último en los cuartos de baño arriesgaron con combinaciones atrevidas en los revestimientos aunque, personalmente opino que, no siempre con demasiado acierto.
Esta casa es un buen ejemplo de como aportar color y originalidad a la decoración si caer en los recursos típicos de siempre y arriesgando un poco.
Fotos: Carole Sertillanges
Fuente: Cote Maison