Este trabajo se convirtió en todo un desafío para el estudio Beccar Varela & Werber Arquitectos. La casa, con 100 años de antigüedad aproximadamente, había sufrido una reforma en los años 70 en la que había perdido gran parte de su identidad. El reto del estudio argentino consistía en simplificar el interior de la casa inundándolo de luz, sin echar a perder las peculiares características arquitectónicas de la época.
Empezaron por tirar abajo todo elemento superfluo en la estructura dejando un espacio diáfano y preparado para su transformación. A continuación pasaron a colocar toda la carpintería de madera, elemento que aportaría calidez y respetaría el espacio.
El patio, foco de luz del interior de la casa, se conservó intacto, desde sus medidas y proporciones hasta la escalera y el revestimiento granítico.